Al inicio de las vacaciones me propuse crear un catálogo de
TODOS los libros que tenía en casa, esto con el fin de no perder la costumbre
de estar haciendo algo relacionado con mi carrera durante mi “exilio hogareño”.
No tenía una idea de lo increíblemente aburrido que sería el proyecto que tenía
en manos; al igual que carecía de la idea de lo laborioso y complicado que
sería crear toda una manera logística de organizar mis libros y clasificarlos
de manera que mis padres notaran que realmente estoy aprendiendo algo y no
estoy perdiendo el tiempo en la universidad. (Lo que pasa por sus mentes con
más frecuencia de la que ellos aceptan, y eso me asusta mucho).
Con todo, comencé muy gustoso de mi proyecto, iluso yo, creyendo que tendría el catalogo terminado en dos semanas o menos. Cuando tuve plena conciencia de en que me estaba
metiendo estuve a punto de dejarlo todo y volverme artista porno. Ja no, pero
ese día si mande todo a la fregada y me puse a leer.
Hablando de leer...
Otro GRAN objetivo de este verano era la cantidad de libros
que leería; realice un tonto conteo mental de los libros que podría leer durante
las vacas, conté el del camión que siempre traería en mi morral, el de mi
mesita de noche, y el del baño por obligación. Me dije: “por lo menos uno cada
semana y media”; mi yo de ahora debería ir al pasado y gritarme en mi
cara: “¡¿Acaso estas demente?!”
Para empezar, cada vez que sacaba el libro del morral me quedaba dormido en el camión, combi o banquita del parque, lo que ocasionó que casi siempre se me pasaran de largo mis bajadas especificas teniendo que caminar a mi destino más de la cuenta; lo mismo sucedía con el libro de la mesita de noche que tomaba al terminar el día, solo pasadas dos semanas y siguiendo mi separador en el primer capítulo me di cuenta de lo inútil de mis esfuerzos; creo que todo se lo debo al baño, de no ser por ese lugar y a la granola del desayuno no habría leído ni un solo libro. Como diría cierta amiga mía: “¡que estrés!”
Para empezar, cada vez que sacaba el libro del morral me quedaba dormido en el camión, combi o banquita del parque, lo que ocasionó que casi siempre se me pasaran de largo mis bajadas especificas teniendo que caminar a mi destino más de la cuenta; lo mismo sucedía con el libro de la mesita de noche que tomaba al terminar el día, solo pasadas dos semanas y siguiendo mi separador en el primer capítulo me di cuenta de lo inútil de mis esfuerzos; creo que todo se lo debo al baño, de no ser por ese lugar y a la granola del desayuno no habría leído ni un solo libro. Como diría cierta amiga mía: “¡que estrés!”
jeje Yo supe de tu proyecto y sabia q era pesado...pero si te lo propones...lo puedes lograr..tqm y serás u gran bibliotecario. ánimo
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